Cuando escuchas «Reggio Emilia», ¿qué te viene a la cabeza? ¿Una región de Italia famosa por su gastronomía? Sí, también. Pero aquí hablamos de algo que alimenta otro tipo de hambre: la de aprender, explorar y soñar. Te prometo que este método educativo te hará replantearte cómo ves la educación infantil.
¿Qué es el método Reggio Emilia?
No, no es una receta de cocina, aunque crea «platos» educativos que nutren mentes curiosas. Este enfoque nació en un pequeño pueblo italiano tras la Segunda Guerra Mundial. Loris Malaguzzi, su fundador, tenía una visión: los niños son seres creativos, llenos de capacidades y preguntas. Si alguna vez has visto a un niño desmontar un juguete para entender cómo funciona, ya tienes una idea de qué se trata esto.
Aquí el niño no es un receptor pasivo de información, sino un constructor activo de su aprendizaje. Las maestras son más guías que profesoras, y el aula se convierte en un tercer maestro, lleno de materiales que invitan a tocar, probar, explorar. Imagina aprender matemáticas jugando con bloques o descubrir ciencias experimentando con agua y arena. Es como darle una vuelta de tuerca divertida y efectiva a la educación tradicional.
«¿Y qué tiene de especial?», te preguntarás.
La pregunta del millón, ¿verdad? La clave está en tres pilares mágicos:
El niño como protagonista.
Aquí no se trata de llenar cabezas con datos; se trata de escuchar sus intereses y construir proyectos a su medida.
¿Tu peque quiere saber por qué las hojas cambian de color en otoño? Bien, ¡eso se convierte en una aventura de aprendizaje para todo el grupo!
La importancia del entorno.
Si alguna vez has visitado una escuela Reggio Emilia, seguro te diste cuenta de que no parecen aulas normales. Paredes llenas de dibujos, mesas con materiales naturales, espacios diseñados para que los niños se sientan libres. Es casi como si Pinterest hubiera diseñado el aula… pero con propósito educativo.
Documentar el aprendizaje.
Aquí no hay libretas llenas de notas, sino fotos, vídeos y muestras de trabajo que cuentan la historia del proceso de cada niño. ¿Te imaginas qué bonito sería tener un «diario de aprendizajes» de tu hijo?
Lo que nadie te dice (y necesitas saber)
Ahora viene el momento de la honestidad brutal: este método no es perfecto ni mágico.
«Es caro.»
Claro, los materiales de calidad y la formación docente cuestan, pero si lo piensas, ¿no vale la pena invertir en una educación que respete la individualidad de cada niño?
«No hay muchas escuelas Reggio cerca.»
Es verdad, pero muchas instituciones están adoptando elementos del método. Incluso tú, como mamá o papá, puedes aplicarlo en casa. ¿Por qué no?
Y si estás pensando: «Esto suena genial, pero mi hijo prefiere jugar a la consola». Tranquila, no tienes que apagar la PlayStation y lanzarte a comprar madera y arcilla. La idea es introducir poco a poco actividades que despierten su curiosidad. Un día será pintar con los dedos, al siguiente investigar juntos sobre su animal favorito.
¿Te atreves a probarlo?
Ya sea que estés buscando una escuela o simplemente quieras inspirarte para pasar más tiempo de calidad con tus hijos, el método Reggio Emilia es una joya. No necesitas ser experta ni gastar una fortuna. Solo hace falta observar, escuchar y ser cómplice de sus ganas de explorar.
Así que, la próxima vez que tu hijo te pregunte algo imposible como «¿Por qué el cielo es azul?», no corras a Google por la respuesta. Invítale a descubrirlo juntos. Quizás ahí, en medio de esa búsqueda, encuentres también el porqué de tantas otras cosas. Y, ¿sabes qué? Eso también es Reggio Emilia. 🌟